sábado, mayo 31, 2008

Un género literario

En mi instituto la fiesta de despedida que les hacemos a los alumnos de Segundo de Bachillerato ha propiciado la creación (o por lo menos el cultivo) de un género literario: los discursos de despedida.
A pesar de su corta vida en el instituto, el género tiene ya su historia y evolución.
Recojo a continuación mi última contribución al género.

Año 2008. Malambruno.

Buenas noches a todos.

Había redactado un discurso de despedida pero no me gustaba mucho. En lugar de leéroslo voy a contaros un sueño que he tenido esta noche. Sin duda, el sueño lo motivaron las ideas del discurso, que me daban vueltas en la cabeza cuando me acosté.

Estábamos en el porche del instituto, todo lleno de globos y serpentinas. Y había un ambiente de fiesta y jolgorio. Digo estábamos porque estabais todos vosotros, y también los profesores. Ibais elegantísimos: las chicas a cual más guapa y los chicos de chaqueta y corbata; alguno con pajarita; creo recordar que Néstor y Aitor llevaban un frac negro.
Era sin duda la fiesta de despedida pero todo estaba un poco cambiado. Manuel, por ejemplo, que estaba a mi lado, llevaba un gorro de mago Merlín, azul, puntiagudo y con una estrella de plata y Carlos era de color rojo.
Los resultados de selectividad debían haber sido muy buenos porque estabais muy contentos. Víctor, que era todavía más alto y grande que en la realidad (me sacaba la cabeza y algo más) me dio un abrazo que me hizo crujir y me dijo “Edu, ¡cayó
El teatro romántico, cayó El teatro romántico!” A mí, ese abrazo de oso y ese “Edu” me parecieron demasiadas confianzas pero no me atreví a decir nada. Además quedé un poco sorprendido de que hubiera estudiado alguno de los temas de Literatura, aunque fuera El teatro romántico.
Las tres Lauras –P., C. y M.- me contaron que se iban a la Sorbona a estudiar Arte dramático y que ya tenían apartamento en París. Supongo que mi subconsciente las agrupó por el nombre. Lo que no sé es por qué a las tres les puso unas gafas cuadradas, grandes y pasadas de moda, idénticas a unas que tenía mi padre -aunque a ellas les quedaban mucho mejor-. Pensé que eso del Arte dramático no les iba nada y que, por lo menos P., lo que quería estudiar era Ingeniería de Caminos, pero ellas estaban contentísimas.
Irene, a la que no sé por qué se le había puesto un acentazo andaluz, me explicó que se iba a un colegio mayor en Santiago y que ya se estaba preparando para las inocentadas. También iban Rober y Joaquín, pero ellos no tenían acento andaluz, tenían el mismo acento gallego de siempre.
Sonia, Carla, Dámaris y Laura, a diferencia de Carlos, eran de un color azul celeste muy clarito y llevaban unas largas melenas que les llegaban casi hasta la cintura. Iban a estudiar a una ciudad de nombre impronunciable y me contaron unos proyectos maravillosos. (A Laura la había visto antes con su color habitual y con gafas cuadradas pasadas de moda y se iba a estudiar a la Sorbona, pero los sueños tienen estas cosas.)
Lucía y Santiago, sin dejar de estar muy guapos y elegantes llevaban unas batas de laboratorio, blancas e impolutas y me explicaron un proyecto científico en el que iban a trabajar. Yo creía que Lucía iba a estudiar Arquitectura y Santiago, Periodismo (¿o era Diseño Industrial?) pero tampoco dije nada.

Y así ibais pasando todos, contentos, felices y cariñosos, contándonos vuestros planes e ilusiones. Al final ya no me sorprendía de las tergiversaciones y las bromas de mi subconsciente. Recuerdo, porque estaban especialmente guapas, que Saray, María y Tania llevaban unas pelucas naranjas que refulgían con las luces y que Ignacio tenía el pelo atado con una cinta de oro.

Lo que todos teníais en común era un brillo especial en la mirada, el brillo del viajero que anhela el camino y se dispone a emprender el viaje.
Fue un sueño muy agradable pero no tengo ni idea de qué puede significar. Además se va escurriendo por los huecos de mi memoria y no creo que os pueda contar más sin ponerme a inventar.


Un último detalle que recuerdo, yo tampoco era del color habitual, aunque de un tono no muy intenso, yo era verde.

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viernes, mayo 30, 2008

Vuelta

Me sería difícil explicar mi larga ausencia y por eso no lo voy a hacer.

La casa está abandonada pero las palabras de los amigos permanecen cubiertas de polvo. Se lo he quitado con cuidado y las he releído paladeándolas.

¿Estáis todavía, amigos?

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