sábado, junio 17, 2006

Ejercicios de estilo

Leí el otro día en el blog de princesadehojalata unos bellísimos Ejercicios de arrepentimiento inspirados en los Ejercicios de estilo de R. Quenau. Recordé que hace años (quince, para ser exactos) propuse a mis alumnos un ejercicio también al modo de Quenau. Aunque podrían ser más, recojo a continuación cuatro de los ejercicios que me escribieron. Todos ellos me gustan, aunque los dos últimos hieren mi sensibilidad actual (no recuerdo si la de entonces se sintió herida también). De los alumnos que los escribieron no he sabido nada desde que dejaron el instituto

El texto del que tenían que partir era el siguiente, sacado de la Antología de la Literatura Fantástica de Borges.

LOS OJOS CULPABLES

Cuentan que un hombre compró una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y se echo a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió: "Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios." Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo: "¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor." Ella le respondió: "No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios." A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía: "La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado." Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.

Ah’med Ech Chiruani
Y estos son los ejercicios.

Estilo: Pasivas.

LOS OJOS CULPADOS

Una muchacha fue comprada por cuatro mil denarios por un hombre. Un día la muchacha fue mirada por el hom­bre, echándose este a llorar. El hombre fue preguntado por la muchacha por qué lloraba. La muchacha fue respuesta: Tienes tan bellos ojos que el Señor es olvidado por mí de ser adorado. Cuando se quedó sola, los ojos de la muchacha fueron arrancados por ella. Al verla así, el hombre fue afligido por sí mismo y la muchacha fue preguntada por él: "¿Por qué has sido maltratada así por ti misma? Tu valor ha sido disminuido por ti." El fue respuesto por ella: "No quiero que haya en mí nada que cause que Dios no sea adorado por ti." Por la noche, el hombre escucha: "El valor de la mucha­cha ha sido disminuido, pero aumentado para nosotros, y esta ha sido tomada por nosotros." Cuando despertó, cuatro mil denarios fueron encontrados por el hom­bre bajo su almohada. La muchacha había sido tomada por Él.
CONCLUSION: Si no ha sido satisfecho, su dinero le habrá sido de­vuelto.

S. P. F.

Estilo: Dudoso

Cuentan, o no cuentan, que un hombre, una mujer o un niño... Creo que era un hombre. Compró o alquiló a un muchacho... o a una muchacha... Seguro que era una muchacha. La compró por cuatro mil o cinco mil denarios (¿o eran pesetas?). Un día, o una noche, la miró o la ojeó y se puso... No, se echó a llorar o, tal vez, a gritar. La muchacha le con­testó... No, le preguntó que por qué lloraba. El respondió: "Tienes tan bellos los cabellos... o los ojos, no sé, que me acuerdo... o me olvido... de adorar... o de rezar... creo que de adorar, de adorar a Dios". Cuando quedó sola... o acompa­ñada, no lo recuerdo bien, la muchacha se arrancó o se puso los ojos o los cabe­llos. Al verla, o al oírla, en ese estado, el hombre se afligió o contentó y le dijo: "¿Por qué te has maltratado, o cuidado, así? Has disminuido, o aumentado, tu valor. Lo has disminuido". Ella le contes­tó: "No quiero (¿o sí?) que haya nada en mí... ¿o en la calle?... en mí, en mí... que te aparte de adorar a Dios." A la noche, al día siguiente o pasado un mes, no lo sé, el hombre oyó... o cogió... No, seguro que lo oyó. Oyó en sueños, o despierto, una voz que le decía: "La muchacha disminuyó su valor para ti... o para él... No, creo que para ti. Pero para mí o nosotros lo aumentó y te la hemos toma­do o bebido". Al despertar, o al dormir­se, encontró, o no encontró, cuatro mil o cinco mil pesetas o denarios debajo de la almohada o de la cama. La muchacha o la mujer estaba muerta o jugando al fútbol. No, seguro que estaba muerta.

V. L. S.

Estilo: Bello cuento

Erase una vez un insensible me­diohumano caballero que pagó a su rey cuatro ferrados de tierra en concepto de dote a cambio de la mano de su hija. Cuando la bella princesita vio aquel animal jumento, fruto de los estercoleros mayores del reino, decidió quitarse los ojos para aliviar su sufrimiento ante aquella bestia inmunda que retozaba de alegría en el fango al verla. Esto le resul­tó indiferente al extraño ser de mente estreñida que sin perder un solo segundo se abalanzó sobre ella para oler su alien­to mentolado. Por un error de cálculo su berrugosa nariz atravesó el gaznate de la bella doncella, provocándole la muerte por asfixia. El rey reclamó el cadáver para evitar que este sirviera de alimento para el caballero en cuestión y le devol­vió sus cuatro ferrados de tierra. La incultura de la bestia le llevó a pensar que fue una muerte pasional.

M. S. F.

Estilo: Realismo crudo

No era un apuesto mozo, como ella esperaba, sino otro viejo baboso, el que la compraría esa noche para pasar así el frío de la nevada.
Estando el pornográfico viejo encima de ella, observó sus ojos y se quejó porque al viejo de mierda le recor­daban a la foca de su hija y eso no le dejaba joder tranquilo, por lo que la muchacha tuvo que ponerse unas gafas de sol. Tras acabar la faena y estando dormido y fatigado, llegaron al lugar unos maderos haciendo una redada. Como resulta que el viejo era un adine­rado político, le devolvieron las pelas y lo largaron mientras que a la pobre puta la encerraron de por vida.

M. D. L. C.

Etiquetas:

eXTReMe Tracker Creative Commons License