miércoles, mayo 31, 2006

Una fábula

Para sorpresa de mí mismo, algunas fábulas me gustan. ¿Cómo pueden gustarme unos relatos concebidos para ilustrar una enseñanza pragmática y ramplona y en los que los personajes son animales que hablan?... Sin embargo, algunas me gustan.
Cuento una de las que me gustan. La leí en el Libro del Buen Amor, aunque supongo que estará recogida en mil sitios.
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Un burro hacía todo el trabajo duro de la casa y a cambio recibía su ración de cebada y algún palo que otro si no era suficientemente diligente. El perrito de la dueña, sin embargo, no hacía nada, o casi nada. Saltaba encima de su falda, se acurrucaba en su regazo, rozaba con el morro sus mejillas... A cambio recibía abrazos, achuchones, dormía en blandos cojines y comía todo tipo de golosinas. El burro pensó que la vida del perrito era preferible y saltó sobre su dueña, le puso los cascos sobre los hombros y acercó el belfo a sus labios de fresa. La niña gritó despavorida y los criados, rápidamente, atraparon al burro y lo mataron a palos.
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Quizá me guste porque no sé cuál es la moraleja.

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