domingo, junio 11, 2006

Dos actitudes

De joven pensaba que el tiempo de su vida no le iba a llegar: había tantas cosas que hacer y saber, tantas empresas que llevar a cabo, tantas lecturas imprescindibles.
(La mujer predestinada estaba en algún lugar y tenía que encontrarla.)

Ahora, anciano y casi con la certeza de que no le queda mucho, el tiempo le parece suficiente. Porque no hay empresa ni lectura obligatoria y, por fortuna, le quedan empresas no realizadas y libros no leídos.
(Las mujeres hermosas lo rodean y puede admirarlas en silencio.)

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