miércoles, mayo 10, 2006

Reducción al absurdo

Imaginemos un suceso que nada ni nadie perciba y cuyas consecuencias tampoco sean percibidas por nada ni nadie.
Un volcán, por ejemplo, en un planeta sin vida, que explote arrojando millones de toneladas de cenizas capaces de oscurecer la luz de los dos soles que brillan en su cielo, y que ilumine débilmente con su ardiente lava la oscuridad que el mismo ha creado.
Durante millones de años queda una enorme montaña rota recordando (a nadie) la explosión. Lluvias y vientos la van desgastando, hasta que uno de los soles de su sistema solar estalla haciendo desaparecer todo el sistema y con él todo resto de volcán.
Ese volcán y su historia, ¿habrían existido?

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